Francisca Javier Cabrini nació el 15 de julio de 1850 en Lombardía, Italia, en una familia campesina profundamente católica. Fue la penúltima de once hermanos y desde pequeña demostró una gran sensibilidad hacia las necesidades de los demás. A los nueve años recibió su primera comunión, marcando el inicio de una vida profundamente espiritual.
A medida que crecía, Francisca se dedicó a labores sociales y educativas. Trabajó como profesora y, bajo la dirección del obispo de Lodi, comenzó a administrar un orfanato. Este fue el punto de partida de su vocación religiosa, convirtiéndose en novicia benedictina y, más tarde, en fundadora de una de las congregaciones más influyentes del siglo XX.
En 1907, Santa Francisca fundó las Hermanas Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús, cuyo principal propósito era asistir a los migrantes. Atendiendo a la invitación del Papa León XIII, viajó a Estados Unidos, donde se dedicó a apoyar a la comunidad italiana emigrante. Durante su vida, estableció 67 casas misioneras entre Europa y América, enfocadas en la educación, la salud y la acogida de los más necesitados.
Falleció el 22 de diciembre de 1917 en Chicago, dejando un legado imborrable en la atención a los migrantes y en la expansión del espíritu misionero de la Iglesia. En 1946, fue canonizada por el Papa Pío XII, convirtiéndose en la primera ciudadana estadounidense en ser declarada santa.
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Cabrini es un ejemplo de dedicación y fe, demostrando que el amor y la entrega al prójimo pueden transformar vidas. Su testimonio sigue inspirando a quienes trabajan por la dignidad y los derechos de los migrantes en todo el mundo.
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