El Papa Francisco pide detener la producción y uso de minas antipersona en un llamado a la comunidad internacional
Durante la Quinta Conferencia de Revisión de la Convención sobre la Prohibición de Minas Antipersona
El Papa Francisco ha reiterado su firme exhortación a detener de inmediato la producción, almacenamiento y uso de estos dispositivos letales
El mensaje, leído en nombre del Pontífice por el arzobispo Ettore Balestrero, enfatizó el sufrimiento que causan las minas terrestres, especialmente a los civiles y niños, mucho tiempo después del fin de las hostilidades.
Un llamado a la cooperación internacional
El Papa subrayó que las minas antipersona representan un fracaso colectivo de la humanidad para vivir como una familia unida. Además, instó a todos los Estados que no han ratificado la Convención a hacerlo de manera inmediata y a cumplir con sus compromisos internacionales, destacando la importancia del multilateralismo como herramienta eficaz para abordar este problema global.
En sus palabras, Francisco expresó su dolor por las víctimas inocentes de estos artefactos explosivos, que perpetúan el miedo, dificultan el desarrollo y obstaculizan la reconciliación en comunidades afectadas por conflictos.
Impacto humanitario y papel de la Iglesia católica
El Papa destacó el creciente número de víctimas en los últimos años, a pesar de los 25 años de vigencia de la Convención, que entró en vigor el 1 de marzo de 1999. Reconoció el papel de las organizaciones religiosas, incluidos numerosos grupos de inspiración católica, en la remoción de minas y el apoyo integral a las víctimas.
Francisco reafirmó el compromiso de la Iglesia católica con la paz mundial y la asistencia a quienes sufren por estas armas, pidiendo solidaridad internacional y avances concretos hacia un mundo libre de minas.
También te puede interesar: Crisis en Haití: el reclutamiento infantil por pandillas se dispara un 70 %, según UNICEF
Esperanza de un futuro libre de minas
El mensaje concluyó con un llamado a la comunidad internacional para redoblar esfuerzos, ya que cualquier demora en la aplicación de la Convención aumentará inevitablemente el costo humano. El Papa espera que la Conferencia sea un paso decisivo hacia la erradicación de las minas antipersona y un símbolo de esperanza para quienes aún padecen sus consecuencias.