Santa Gúdula, cuyo nombre germánico significa «personificación de la batalla», es una de las figuras más veneradas en Bélgica. Aunque actualmente solo 22 mujeres en España llevan este nombre, su legado trasciende las fronteras gracias a su fe y dedicación a las buenas obras.
Nacida en el seno de una familia noble de Lotaringia, Gúdula fue educada en la abadía de Nivelles por su prima, Santa Gertrudis. Al regresar a su hogar, dedicó su vida a la caridad y la devoción religiosa, siendo conocida por sus frecuentes visitas a la iglesia de Moorsel, a pesar de las largas distancias.
Tras su fallecimiento, entre los años 680 y 714, sus reliquias fueron trasladadas en varias ocasiones, alcanzando su descanso final en la Catedral de San Miguel y Santa Gúdula de Bruselas, donde se erigió un capítulo en su honor en 1047. Aunque sus reliquias fueron saqueadas y dispersadas durante el siglo XVI, su memoria permanece viva en la fe cristiana.
Además de Santa Gúdula, el santoral recuerda a:
La vida de Santa Gúdula es un testimonio de fe inquebrantable y dedicación al servicio de los demás. Su ejemplo inspira a perseverar en el bien, incluso en tiempos difíciles, recordándonos que las acciones pequeñas y constantes tienen un impacto eterno.
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El Papa concluyó su mensaje invitando a todos a abrir las puertas de su corazón a Jesús, quien ya ha abierto de par en par la puerta de su amor y misericordia.
“Que esta Navidad sea un tiempo de reconciliación y esperanza, donde todos podamos caminar juntos hacia un futuro de paz y unidad”, finalizó Francisco.