En este 29 de octubre, la Iglesia Católica celebra en su santoral a San Narciso de Jerusalén, obispo venerado por su paciencia, santidad y longevidad. Se le atribuye haber vivido hasta los 116 años y realizado milagros, como el de convertir agua en aceite para encender las lámparas en la víspera de Pascua. En el año 195, presidió el concilio de Cesarea para unificar la celebración de la Pascua con la Iglesia de Roma, defendiendo que el día adecuado era el domingo en honor a la Resurrección de Cristo.
Su vida no estuvo exenta de pruebas, pues fue acusado falsamente por tres clérigos. Aunque se le reconoció inocente tiempo después, San Narciso prefirió el perdón y el exilio voluntario durante ocho años, hasta su regreso a Jerusalén. La santidad y templanza que demostró durante su vida lo hicieron merecedor de una gran veneración.
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Cada uno de estos santos y beatos, mencionados en el Martirologio Romano, es recordado por su profunda fe y compromiso con los valores del cristianismo.
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