Indígenas Embera en Colombia: El Ciclo de Desplazamiento y Retornos que Revela una Crisis Persistente
El conflicto armado, la pobreza y la falta de garantías siguen empujando a los indígenas embera a desplazarse de sus territorios
Enfrentando precariedad en Bogotá y anhelando un regreso digno
Un ciclo interminable de desplazamiento y pobreza La selva tropical húmeda, hogar ancestral de los indígenas embera, se ha convertido en un lugar cada vez más inseguro debido al conflicto armado y las condiciones de pobreza. Este ciclo de desplazamiento ha llevado a miles de emberas a buscar refugio en Bogotá, donde enfrentan hacinamiento y precariedad mientras exigen garantías básicas para regresar a sus territorios.
El pasado lunes, más de 2.000 emberas llegaron nuevamente a la capital colombiana, instalándose en carpas improvisadas cerca de la Agencia Nacional de Tierras. Su exigencia principal: la titulación de terrenos para cultivar y alimentar a sus familias, un derecho negado en medio de un contexto de violencia y despojo.
El anhelo de un retorno seguro
Tras días de negociación, las autoridades acordaron adjudicar tierras y ofrecer condiciones mínimas en salud y educación para su retorno a Risaralda. Sin embargo, más de 1.600 emberas, incluidos 600 niños, permanecen en albergues insalubres en Bogotá, esperando una solución definitiva.
El caso de Claudia Queragama, una mujer de 25 años desplazada desde 2015, ilustra el sufrimiento colectivo. Mientras vive con sus cuatro hijos en condiciones precarias, sueña con regresar a su territorio, pero exige garantías de seguridad y servicios básicos para su comunidad. “Cuando el gobierno cumpla, regresaré”, dice con tristeza.
Violencia y precariedad: una realidad cotidiana
La situación de los emberas no solo está marcada por el desplazamiento, sino también por la violencia. Recientemente, cuatro niños de la comunidad fueron presuntamente víctimas de abuso sexual en Bogotá, un hecho que intensifica el dolor y la indignación de sus familias.
En los albergues, la vida diaria es un reflejo de la precariedad: carpas en pasillos, cocinas improvisadas y baños sin agua son el entorno en el que cientos de familias intentan sobrevivir. Los emberas, que históricamente han sido agricultores, se ven obligados a subsistir con trabajos temporales o vendiendo artesanías en las calles.
Raíces del problema: conflicto armado y economía ilegal
El conflicto armado en Colombia sigue siendo un factor clave en el desplazamiento de los emberas. La disputa por el control de territorios ricos en recursos naturales, como minas de oro, los expone a la violencia de grupos ilegales. Aunque el acuerdo de paz con las FARC en 2016 marcó un hito, las disidencias y otros actores armados han llenado el vacío, perpetuando el ciclo de violencia.
Una solución estructural es urgente
Expertos como Jairo Montañez, antropólogo indígena, subrayan que no basta con retornar a los emberas a sus tierras; es necesario un plan integral que garantice su restablecimiento social, económico y cultural. Esto incluye acceso a salud, educación y medios para cultivar, además de protección frente a los grupos armados.
El Consejo Noruego para Refugiados resume la crisis: “Estamos fallándole a estas comunidades”. Sin un compromiso estructural, los emberas continuarán atrapados en un ciclo de desplazamiento, precariedad y lucha por su dignidad.
También te puede interesar: Tribunal De Paz Identifica A 2.000 Víctimas De Falsos Positivos: Un Paso Contra El Negacionismo En Colombia
Protección y Sensibilización: Las Nuevas Medidas del Proyecto
El proyecto de ley no solo elimina el matrimonio infantil, sino que también permite que padres y tutores legales soliciten la nulidad de matrimonios donde una de las partes sea menor de 18 años. Además, insta al Estado a realizar campañas de sensibilización, especialmente en zonas rurales, para educar sobre los efectos negativos del matrimonio infantil y sus consecuencias en el desarrollo social y personal de las menores.
Con la firma del presidente Petro, esta ley se sumará a las políticas nacionales de protección a menores, representando un avance importante en la defensa de los derechos de la infancia en Colombia.