El Papa Francisco, en una emotiva audiencia con el grupo vienés de voluntarios y sin techo Begegnung im Zentrum, subrayó la importancia de los gestos simples y gratuitos para expresar solidaridad y cercanía con quienes sufren. “Una simple sonrisa, un gesto de amistad, una mirada fraterna, una escucha sincera, un servicio gratuito,” mencionó el Pontífice, recordando que “somos hermanos y hermanas, hijos de un solo Padre.” Estas palabras se dieron en un encuentro celebrado en la Sala de los Papas del Palacio Apostólico, donde el grupo fue recibido con afecto.
Begegnung im Zentrum es una organización que reúne a personas de diversas nacionalidades y confesiones religiosas en Viena, y que se dedican a ayudarse mutuamente desde lo que cada uno puede ofrecer. Francisco se mostró conmovido al ver la unidad que se fomenta en el grupo, resaltando que la ayuda no se limita a los bienes materiales, sino que puede expresarse en gestos sencillos y de sincera fraternidad.
El Pontífice explicó que todos somos tanto dadores como receptores, y que nos necesitamos mutuamente. Este concepto de comunidad, destacó, nos enriquece no solo en bienes, sino en humanidad y hermandad. «No es verdad que unos dan y otros solo reciben», afirmó el Papa, pues en cada interacción, se comparte y se recibe, fomentando un sentido de reciprocidad y solidaridad que trasciende lo material.
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En su mensaje, Francisco hizo un llamado a recordar el amor incondicional de Dios, que nos ama más allá de cualquier límite. Expresó que cada persona es única a los ojos de Dios, quien nunca olvida a ninguno de sus hijos. Con este recordatorio, invitó a los presentes a vivir el mandamiento de “amarse unos a otros como Él nos ha amado” y a agradecer por el amor que llega a través de las personas buenas que nos rodean.
Para concluir, el Papa animó a todos los presentes a vivir como un “don para los demás”, es decir, a entregar su tiempo y afecto para quienes más lo necesitan. Como hermanos, debemos buscar siempre aportar algo a la vida de los demás, convirtiendo así la propia vida en una ofrenda que contribuya a un mundo más compasivo y justo.
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