El papa Francisco opta por la sencillez en sus futuros ritos funerarios
El pontífice renuncia a tradiciones centenarias
Eligiendo un ataúd sencillo y un entierro fuera del Vaticano.
Reformas funerarias: un enfoque pastoral y sencillo
El papa Francisco, quien cumplirá 88 años en diciembre, ha introducido cambios significativos en los ritos funerarios que regirán su despedida. Estas modificaciones reflejan su compromiso con la humildad y su papel como pastor de la Iglesia, dejando atrás la práctica de enterrar a los pontífices en tres ataúdes superpuestos de ciprés, plomo y roble. En su lugar, será sepultado en un único ataúd de madera con revestimiento de zinc, destacando su deseo de simplicidad y coherencia con los valores evangélicos.
Un entierro simbólico en Santa María la Mayor
En una decisión que rompe con la tradición de sepultar a los papas en las grutas de la Basílica de San Pedro, Francisco ha elegido la Basílica de Santa María la Mayor como su lugar de descanso final. Este gesto subraya su devoción a la Virgen María, particularmente al ícono bizantino de la Salus populi Romani, al que frecuentemente acude a orar antes y después de sus viajes internacionales.
“Es mi gran devoción”, expresó Francisco al hablar sobre su decisión, destacando que este lugar ya está preparado para recibirlo.
Simplificación de los rituales litúrgicos
En colaboración con Monseñor Diego Ravelli, maestro de ceremonias litúrgicas del Vaticano, el papa Francisco ha revisado los ritos funerarios. Entre los cambios más relevantes, destaca la eliminación del tradicional catafalco elevado en la Basílica de San Pedro. En lugar de ello, su cuerpo permanecerá a la vista en un ataúd abierto pero sin tapa, permitiendo que los fieles se despidan sin los símbolos de poder que solían acompañar estas ceremonias.
Ravelli explicó que estos cambios buscan enfatizar que el funeral del papa es el de un pastor y discípulo de Cristo, alejándose de cualquier percepción de opulencia o poder terrenal.
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La continuidad de una visión humilde
Desde su elección en 2013, Francisco ha promovido una visión más sencilla del papado. Vive en el hotel Santa Marta en lugar del Palacio Apostólico, viaja en vehículos modestos y ha priorizado a los más necesitados en su pontificado. Este enfoque también está presente en sus planes funerarios, destacando su intención de ser recordado como un servidor humilde de la Iglesia.
Con estas reformas, Francisco no solo redefine cómo desea ser despedido, sino que establece un precedente que podría marcar el futuro de los funerales papales, alineándolos con una visión más pastoral y menos ceremonial.