En este 30 de octubre, el santoral católico rinde homenaje a San Marcelo de León, un centurión que vivió en el siglo III y fue martirizado por negarse a seguir el juramento militar y, en cambio, declarar su fidelidad a Cristo. En la celebración del cumpleaños del emperador, Marcelo tiró su espada y el sarmiento de vid que representaba su rango, afirmando que, como cristiano, no podía seguir en el ejército. Este acto de fe le costó la vida, pues fue decapitado inmediatamente en Tánger, Mauritania, siendo recordado desde entonces como un símbolo de valor y lealtad espiritual.
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Cada uno de estos santos es recordado en el Martirologio Romano, donde sus vidas y virtudes inspiran la fe y devoción de los fieles.