Durante la audiencia general de hoy, lunes 30 de octubre, el Papa Francisco ofreció una reflexión profunda sobre el sacramento de la confirmación, que describió como “el sacramento del Espíritu Santo por excelencia”. Haciendo un llamado a los fieles a redescubrir este don, el Pontífice subrayó que la confirmación debe entenderse no como un «sacramento de despedida», sino como un compromiso de participación activa en la vida de la Iglesia.
Francisco destacó la importancia de la confirmación como el sacramento del crecimiento espiritual, invitando a los fieles a «gastar el depósito del Espíritu», es decir, a emplear activamente los dones recibidos. Al igual que en el rito de Pentecostés, la imposición de manos simboliza la transmisión del Espíritu Santo y la misión de vivir una fe activa, testimoniando con cada acción la presencia de Dios.
En preparación para el próximo Jubileo, el Papa exhortó a los fieles a «quitarse las cenizas de la costumbre y el desentendimiento» y ser “como los portadores de la antorcha en las Olimpiadas”, llevando la llama del Espíritu Santo al mundo. Con esto, el Papa plantea el reto de convertir el sacramento de la confirmación en un compromiso vivo y renovador.
Francisco también enfatizó la necesidad de incluir a laicos que hayan experimentado un encuentro profundo con Cristo en la preparación de los confirmandos, considerándolos ejemplos vitales en la fe. Según el Pontífice, el acompañamiento de aquellos que viven y manifiestan los dones del Espíritu es clave para que la confirmación deje de ser vista como un acto aislado y se convierta en una experiencia transformadora.
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En su mensaje, Francisco lamentó que el sacramento de la confirmación sea a menudo visto como un «adiós» a la Iglesia, ya que muchos jóvenes y adultos se alejan después de recibirlo. Sin embargo, instó a los creyentes a transformar esta realidad, haciendo de la confirmación el inicio de una vida comprometida y activa, en la que el don del Espíritu se vuelva un testimonio diario y un servicio a la comunidad cristiana.