Fotografía:Presidencia
Está abierta la convocatoria para que 18.500 niños, niñas, adolescentes y jóvenes de los 32 departamentos del país, entre 6 y 17 años, se inscriban gratis al programa Sonidos de esperanza, que ofrece espacios para la formación, práctica y disfrute de la música.
Las inscripciones están abiertas para que 18,500 niños, niñas, adolescentes y jóvenes de 86 municipios de los 32 departamentos del país accedan a Sonidos de esperanza, el programa que ofrece formación musical colectiva y acompañamiento psicosocial, gracias a la alianza entre el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes y la Fundación Nacional Batuta.
Hay dos componentes para vincularse: el de iniciación musical (ensamble y coro), que busca que los beneficiarios adquieran destrezas básicas para el desarrollo motriz, rítmico, auditivo y vocal, con la práctica instrumental colectiva y la lectoescritura musical, a través de repertorios colombianos y latinoamericanos; y el de discapacidad, que ofrece formación musical a niños, niñas, adolescentes y jóvenes con capacidades diversas como una oportunidad para potenciar sus habilidades físicas, intelectuales, sensoriales y psicosociales.
La inscripción es gratuita y se diligencia en los Centros Musicales Batuta, ubicados en 86 municipios del país, o a través de los teléfonos disponibles en www.fundacionbatuta.org.
Según Catherine Surace, directora Académica de la Fundación Nacional Batuta, “las evaluaciones que miden el impacto de la educación musical impartida por Batuta demuestran que esta influye de manera positiva en la vida de los niños y niñas en situación de extrema pobreza y vulnerabilidad, así como aquellos que son víctimas de violencia, mejorando su autoestima, motivación y liderazgo”.
Además, como agrega ella, existen evidencias científicas que demuestran que cuando una persona en fase de aprendizaje entra en contacto con procesos musicales se estimula la creatividad, la imaginación, la inteligencia emocional y el desarrollo cognitivo.
Y es evidente en testimonios como el de Joel Santiago Mendoza, participante del Centro Musical Batuta de Armenia, quien afirma que “además de aprender a cantar y a tocar la flauta, la percusión y las placas, Sonidos de esperanza me ha enseñado a compartir con mis compañeros y compañeras, y a demostrar a mis profesores y mi familia todo lo que soy capaz”.
Danna Sofía Cuevas, integrante del Centro Musical Oriol Rangel Rozo de Cúcuta, agrega que “Sonidos de esperanza enseña que todos somos iguales y capaces de grandes cosas, que cuando hace música con sus compañeros del centro musical se siente en paz, tranquila y segura”.