El cardenal Rueda Aparicio resalta tres pilares clave del Sínodo de la Sinodalidad: Trinidad, eclesiología y misión

Sinodalidad Conferencia Episcopal de Colombia
Fotografía: CEC

El cardenal Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá, ofrece un balance desde el Vaticano sobre la segunda sesión del Sínodo

Destacando los principios fundamentales abordados: la Trinidad, la eclesiología del pueblo de Dios y la misión de la Iglesia

El retiro espiritual como punto de partida

Desde Roma, el cardenal Luis José Rueda Aparicio ha compartido los detalles sobre los primeros días de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de la Sinodalidad. El purpurado inició resaltando la importancia del retiro espiritual que marcó el comienzo de las jornadas sinodales, destacando que fue un espacio clave para encontrar las motivaciones bíblicas y espirituales que guían el trabajo de los 368 participantes en la Asamblea. “Han sido momentos muy iluminadores, muy profundos y eso nos lleva a sentir que toda la sinodalidad parte de la espiritualidad”, señaló el cardenal.

La Trinidad como fundamento de la sinodalidad

Uno de los tres principios centrales discutidos durante esta fase del Sínodo fue el rol de la Trinidad como base de la sinodalidad. Según el cardenal Rueda Aparicio, “el fundamento de la sinodalidad es la Trinidad, las relaciones entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y la actitud misionera de la Trinidad en favor de toda la humanidad, concretamente del pueblo de Dios”. Este enfoque subraya cómo la Iglesia debe inspirarse en el modelo de comunión trinitaria para su vida y misión en el mundo.

La eclesiología del pueblo de Dios

El segundo pilar destacado por el cardenal es la necesidad de retomar la eclesiología presentada en el Concilio Vaticano II, especialmente en la constitución Lumen Gentium, que describe a la Iglesia como el pueblo de Dios en camino. Rueda Aparicio recordó que Jesús de Nazaret fundó la Iglesia junto con los 12 apóstoles, para enviarlos a anunciar el Reino y promover la conversión. Este enfoque resalta la naturaleza comunitaria de la Iglesia y su misión continua de transformar vidas y culturas.

Una misión de puertas abiertas

El tercer fundamento abordado en la Asamblea fue la dimensión misionera de la sinodalidad. “La sinodalidad nos habla de una misión, una misión de servicio, de puertas abiertas y de corazón con todos”, afirmó el cardenal Rueda Aparicio. Según el prelado, esta misión comienza con el encuentro personal con Jesucristo y se extiende al compromiso con los demás miembros del pueblo de Dios. La formación en esta misión es crucial para todos los miembros de la Iglesia, desde laicos hasta consagrados.

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El Espíritu Santo y la unidad en la diversidad

Finalmente, el cardenal subrayó la importancia del Espíritu Santo en guiar a la Iglesia en su diversidad de razas, lenguas y contextos históricos, siempre en la unidad del pueblo de Dios. “Queremos que los laicos, los ministros ordenados y la vida consagrada se pongan al servicio de la fraternidad y la santidad, para servir a toda la humanidad en la búsqueda de la paz y la reconciliación”, concluyó Rueda Aparicio, quien será uno de los redactores del documento final del Sínodo.

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