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Según informó el ministro de Defensa boliviano, Edmundo Novillo, este lunes se llevó a cabo una reunión en la frontera común para evaluar la magnitud y ubicación de los incendios y planificar tareas conjuntas de sofocación.
Bolivia, que enfrenta uno de los peores incendios en la provincia de Santa Cruz, ha solicitado apoyo internacional de países como Chile, Perú, Francia y China para enfrentar la emergencia. Hasta la fecha, casi dos millones de hectáreas de pastizales, tierras de cultivo y bosques han sido consumidas por el fuego en esta región, que concentra el 60 % de los incendios en el país.
Aunque no se han reportado víctimas mortales, los incendios han causado la pérdida de ganado y animales silvestres, y han obligado a la evacuación de comunidades y haciendas. En respuesta, el gobierno boliviano ha movilizado a unos 5.000 bomberos, apoyados por una avioneta y tres helicópteros. El incendio más preocupante es el que lleva más de un mes activo en San Matías, una localidad fronteriza con Brasil.
Las condiciones climáticas, con temperaturas en aumento, fuertes vientos y sequía, están exacerbando la propagación del fuego. Las autoridades bolivianas han anticipado que septiembre será un mes crítico y que no se esperan lluvias significativas hasta finales de octubre. La contaminación por humo también ha afectado a varias ciudades, incluyendo La Paz, donde la calidad del aire ha sido calificada como regular a mala.
En Bolivia, la práctica de quemar barbechos para renovar pastizales y habilitar tierras de cultivo ha contribuido a la propagación de los incendios. Hasta ahora, cuatro personas han sido encarceladas y se han iniciado 51 procesos judiciales relacionados con la provocación de incendios.
En Brasil, los incendios forestales han llevado al estado de Sao Paulo a una situación de emergencia, con un número de incendios que se ha duplicado en comparación con el año pasado. Según Greenpeace, tanto Brasil como Bolivia son los países más afectados por los incendios en Sudamérica, lo que ha incrementado las emisiones de gases de efecto invernadero y el riesgo de fenómenos meteorológicos extremos.
La situación es alarmante, y la cooperación entre ambos países será crucial para mitigar los daños y controlar los incendios que continúan devastando la Amazonía.
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