La mejor forma de vivir la Semana Mayor es siendo agentes activos de nuestra fe con la coherencia de lo que hacemos y decimos.
En ocasiones solemos ser espectadores de las ceremonias que en esta semana celebramos, pero Dios nos invita a ser protagonistas y participar activa e intensamente.
No solo dentro de la parroquia, sino también al realizar actos pequeños, pero eso sí, significativos para nosotros mismos, de modo que, todo lo que hagamos durante ese tiempo sea un recordatorio vivo del sacrificio que entregó el Padre por nosotros.
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