Este sábado 2 de noviembre, el Papa Francisco celebró la liturgia de la conmemoración de los difuntos en el Cementerio Laurentino, en la zona de Castel di Decima. Su visita se centró en la oración y meditación por aquellos que partieron, y especialmente, en los niños que no llegaron a ver la luz.
Antes de la misa, el Papa Francisco se detuvo en el «Jardín de los Ángeles», un espacio dedicado a la sepultura de los bebés que fallecieron antes de nacer. Allí rezó en silencio ante las lápidas rodeadas de estatuillas, juguetes y flores, y ofreció consuelo a un padre que lloraba la pérdida de su hija.
En lugar de una homilía, el Papa ofreció un momento de meditación durante la misa, guardando silencio y oración por las almas de los difuntos. Con la cabeza inclinada, dirigió sus pensamientos a los presentes y encomendó a Dios consuelo para quienes enfrentan el dolor de la separación.
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Durante su visita, el Papa Francisco se encontró con Stefano, un padre que perdió a su hija antes de nacer. En un acto de solidaridad, el Papa escuchó su historia y le ofreció su bendición. Al final de la ceremonia, el Pontífice saludó a las familias reunidas, incluido el grupo «Chispas de Esperanza», conformado por madres que han sufrido la pérdida de un hijo.
La visita al Cementerio Laurentino concluyó con la oración del Descanso Eterno y la bendición final. El Papa Francisco oró al Padre para que acogiera a los difuntos en su misericordia y pidió fuerza para las familias en duelo, recordándoles que, en la fe, sus seres queridos viven en la paz de Dios.