Cómo las tensiones en Bolivia alimentaron un intento de golpe de Estado

Fotografía: VOA

Estas tensiones incluyen manifestaciones de vendedores ambulantes y transportistas en protesta por la escasez de combustible y la crisis económica, así como una profunda división interna en el partido gobernante, el Movimiento al Socialismo (MAS)

Intento de golpe y reacción del gobierno

El miércoles, vehículos blindados militares impactaron contra las puertas del palacio de gobierno de Bolivia mientras el presidente Luis Arce advertía que el país enfrentaba un intento de golpe de Estado. Este levantamiento, encabezado por el comandante del ejército, general Juan José Zúñiga, carecía de un apoyo significativo. Incluso los rivales de Arce rápidamente cerraron filas para defender la democracia y repudiar el levantamiento. Zúñiga declaró ante los periodistas que “va a haber un nuevo gabinete de ministros… no puede seguir más así nuestro país”, pero reconoció a Arce como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas “por ahora”.

En respuesta, Arce ordenó retirar a los soldados, destituyó a Zúñiga y nombró a una nueva cúpula militar, subrayando que no permitiría la insubordinación.

Contexto económico y político

Bolivia ha enfrentado un lento crecimiento económico, creciente inflación y escasez de dólares, lo que contrasta con la década anterior, considerada por algunos como un “milagro económico”. La economía del país creció más del 4 % casi todos los años durante la década de 2010, pero cayó drásticamente con la pandemia de coronavirus. Los problemas comenzaron en 2014, cuando los precios de las materias primas se desplomaron y el gobierno recurrió a sus reservas de divisas para sostener el gasto, incluyendo reservas en oro y la venta de bonos en dólares a nivel local.

Arce, quien fue ministro de Economía durante casi toda la década de fuerte crecimiento bajo el gobierno del presidente Evo Morales (2006-2019), asumió la presidencia en 2020 en medio de un panorama económico sombrío. La disminución de la producción de gas, el principal producto de exportación de Bolivia, selló el fin del modelo económico del MAS. Las largas filas de automóviles en las estaciones de servicio debido a la escasez de combustible reflejan la gravedad de la situación. El gobierno necesita 2.000 millones de dólares anuales para importar gasolina y diésel, pero cada vez dispone de menos recursos.

División en el MAS y lucha por el poder

La lucha interna entre Arce y Morales por el control del MAS y la candidatura presidencial para 2025 ha paralizado los esfuerzos del gobierno para abordar la crisis económica. Los aliados de Morales en el Congreso han frustrado sistemáticamente los intentos de Arce de obtener créditos para aliviar la presión económica. La situación ha exacerbado las tensiones políticas en un país que ha experimentado más de 190 intentos de golpe y revoluciones desde su independencia en 1825.

Morales, inhabilitado para postularse en las elecciones de 2025, ha manifestado su intención de participar, desatando una batalla por el control del fracturado MAS. Esta lucha ha mantenido paralizados los esfuerzos del gobierno para enfrentar la crisis económica y ha aumentado el riesgo de estallidos sociales.

Reacciones internas y externas

A pesar de sus diferencias, tanto Arce como Morales denunciaron el miércoles el intento de golpe de Estado. Líderes de Chile, Paraguay, Brasil, Ecuador y la Unión Europea también expresaron su apoyo a la democracia en Bolivia. El presidente chileno Gabriel Boric condenó enérgicamente la acción de un sector del ejército boliviano y subrayó la importancia de mantener el orden constitucional legítimo.

El vicepresidente del Consejo de las Américas, Brian Winter, señaló que, a pesar de la historia de golpes militares en Bolivia, muchos actores nacionales y globales están alineándose detrás de Arce para defender la estabilidad democrática del país.

En conclusión, las tensiones económicas y políticas en Bolivia han alimentado un intento de golpe de Estado, pero la falta de apoyo significativo para el levantamiento y las rápidas reacciones de líderes nacionales e internacionales sugieren un compromiso firme con la defensa de la democracia.